jueves, 10 de febrero de 2011

Quiero Dejar De Fumar...

He decidido dejar de fumar, y no es la primera vez. Lo intenté más de diez veces en mi vida y jamás superé las 24 horas, y siempre pasa exactamente lo mismo, siempre que quiero dejar de fumar atravieso las siguientes etapas.

1 - Remordimiento económico
Empiezo siendo un fumar activo y feliz, consumiendo al rededor de un atado y medio por día. Disfrutando de cada cigarrillo que fumo y sintiendo un gran placer al introducir ese humo en mis pulmones,el humo de treinta cigarrillos. Pero un día, cuando voy al kiosco a comprar mi nuevo atado, ocurre esto:
- Un Philip común.
- Tomá. Cinco con setenta y cinco.
- Ah... aumentaron.
- Si.
Los cigarrillos aumentaron cincuenta centavos, y ahí empieza el remordimiento. Comienzo a sacar cuentas de cuanta plata gasto por mes en esta hermosa adicción y me preocupo. Tomo una  decisión: este es mi último atado.
2 - Las primeras horas es soledad
Me despierto sabiendo que anoche me fumé el último cigarrillo de mi vida, sabiendo que nunca más voy a fumar. Me levanto sin ganas de fumar. Desayuno y termino con ganas de fumar. Miro televisión y me dan ganas de fumar. Me baño y salgo con ganas de fumar.  Pasa el tiempo y las ganas no se van, pero no fumo. Podría ir a comprar, tengo la plata para hacerlo, pero no voy. Me mantengo firme creyéndome fuerte y capaz de llevar adelante esta decisión.
3 - Reemplazar la adicción
Elaboro la teoría de que para quitarme una adicción tengo que adquirir otra. Debo perder la necesidad de fumar y de tener un cigarrillo en la boca, por eso tengo consumir otra cosa para mantenerme ocupado, elijo los tic tac de menta. Me compro dos o tres paquetes que me duran uno hora y media. Me compro tres más y después tres más. Se me van las ganas de fumar, el sistema funciona.  
4- Dejar de fumar cigarrillos propios
Todo se desmorona cuando veo a alguien fumar. Charlo con este alguien mientras disfruta de su cigarrillo y no escucho nada de lo que te dice, ni puedo concentrarme en llevar adelante la conversación porque solo pienso en que quiero estar haciendo lo mismo que él. Es como ver a la persona que te gusta besándose con otro, pero en este caso no tenés a mano un atado de veinte personas que te gustan.
Le pido un cigarrillo pensando que fumo este y no fumo más. Y cuando lo fumo me doy cuenta de que caí de nuevo en la trampa de la nicotina, porque ese cigarrillo es mucho más placentero que todos los que fumé en mi vida, y dudo de mi decisión preguntándome por que me estoy privando de semejante placer.
Aparecen más amigos fumadores. Le pido un cigarrillo a uno, después a otro, después a otro, después de nuevo al primero. Cuando me quiero dar cuenta estoy fumando la misma cantidad de siempre pero sin comprar. Podría ser un gran negocio pero algún día ellos se van a dar cuenta y se terminó todo.
5 - Sigo fumando pero menos
Considero que dejar de fumar abruptamente es demasiado, y decido ir de a poco, empezar fumando menos hasta dejar definitivamente. Me pongo límites: fumo uno cada una hora, después uno cada dos, uno cada tres y así. Compro un atado de diez para administrarlo y que dure lo mismo que el de 20. Todo parece perfecto.
Me fumo el primero. Espero con dolor y mucha fuerza de voluntad a que pase una hora para fumarme el siguiente. Durante esa hora no puedo pensar en otra cosa que en mi próximo cigarrillo o en que pase el puto tiempo. No puedo concentrarme en otra cosa, solo miro el reloj. Como tic tac para alivianar la espera.  Ya para esta etapa estoy consumiendo tic tac y cigarrillos a la par. Irónicamente estoy gastando más plata que antes, que cuando fumaba con normalidad y libertad. Pero lo considero una inversión, en un futuro no voy a necesitar ninguna de las dos cosas.
6 - Excusa social
Todo va marchando bien hasta que se rompe la rutina. Surge una salida, una fiesta, una función o algo y  pienso que voy a tener que comprarme uno de veinte para esta noche, porque esta noche voy a tomar alcohol, o voy a estar nervioso y quiero andar pidiendo. Me compro el atado creyendo que pasado esta eventualidad vuelvo al sistema de uno cada una hora. Pero no... ahí se terminó todo. Esta es la última etapa, a partir de acá todo vuelve a ser casi como antes y ocurre esto:
- Un Philip común.
- Tomá. 
- Ah... tres tic tac de menta.
- Son once con setenta y cinco. 
- Te pago con doce.
- ¿Te puedo dar caramelos por los veinticinco?
- Si, dame caramelos, total...
... se fue todo a la mismísima mierda. Todo este proceso solo logró que gastara mucho más dinero que antes. Las ganas de dejar de fumar se fueron y vuelvo a ser un fumador activo y feliz, consumiendo al rededor de un atado y medio por día. Y así será hasta que los cigarrillos vuelvan a aumentar y este proceso se vuelta a repetir una y otra vez. 

Pero eso no va a volver a ocurrir. Hoy me digo a mi mismo y se lo digo a todos los están leyendo esto que voy a dejar de fumar, aunque el miedo y la desesperación me invadan, aunque la nostalgia de recordar el cigarrillo de después de comer o el de antes de dormir me haga, ya, dudar de mi decisión, aunque no sepa que hacer mientras espero el micro, aunque jamás pueda volver a decir "me fumo un pucho y empezamos" y aunque extrañe a ese compañero que está conmigo desde hace diez años y que jamás me abandonó a pesar de que yo lo he abandonado tantas veces. 
A pesar de todo eso voy a dejar de fumar... a partir de mañana. 




1 comentario:

Alberto Mario Guerrero González dijo...

Como vas con eso? Lo lograste? Se lo que se siente, tal cual!