viernes, 11 de febrero de 2011

Quiero Dejar De Fumar, Día 1

La primer hora fue fácil y optimista, creía que podía lograrlo sin ningún esfuerzo, pensaba que no es tan complicado dejar de fumar. Pero después de desayunar todo cambia, todo se vuelve difícil y pesimista, empiezan las necesidades y la nostalgia. Yo cuando  terminaba de desayunar me fumaba un pucho, y ahora no, ahora sigo desayunando para calmar la ansiedad.
Tuve un ensayo y entre las personas que ensayaban una fumaba.... y era tan feliz. Yo cuando terminaba un ensayo me fumaba un pucho, y ahora no. Me volví a mi casa con ganas de parar en el kiosco y comprarme un atado pero no... no lo compre.
Llegué a casa a eso de las once y media de la mañana. Como seguía con ganas de fumar volví a desayunar. Podría haber almorzado... pero no se cocinar, entonces tomé mate, y las ganas de fumar aumentaron porque el mate, misteriosamente, hace que tenga más ganas de fumar.
Miré una serie. Yo cuando miraba una seria me fumaba un pucho, y ahora no, ahora miro como otros fuman mientras yo como tic tac.
Pasaron las horas y yo seguía sin fumar pero pensando en una sola cosa... en fumar. El cigarrillo es como una pareja conflictiva. No compartís nada bueno con ella, solo hay peleas, discusiones, problemas y llantos, pero no es fácil dajarla... porque al principio la extrañas y más si estuvieron juntos diez años.
Más tarde tuve otro ensayo y entre las personas que ensayaban dos fumaban... y eran tan felices. Y los atados estaban sobre la mesa, tan accesibles, tan fáciles de agarrar. Y ocurrió lo que todos sabíamos que iba a ocurrir:
- Ju... ¿me das un pucho?
- Si, agarrá.
Y lo agarré, y lo prendí, y lo fumé. Fue tan placentero como mear después de aguantarte las ganas durante todo un viaje en micro, y viendo como a los demás pasajeros les tocó asiento con inodoro incluido para mear tranquilos. Fué el primer cigarrillo del día y no me sentí para nada culpable, creí que lo merecía, que era un premio a la fuerza de voluntad.  La culpa vino después, cuando lo termine. El placer duró solo cinco minutos y después me sentí un pelotudo. Me di cuenta que no hacía falta, que podía no haber fumado, que no me costaba nada aguantarme las ganas, que no es tan complicado dejar de fumar. Pero claro, era la primer hora de nuevo, donde todo es optimismo. Después vuelven las ganas, la nostalgia, el sacrificio y el creer que merezco otro cigarrillo.
Pasé once horas despierto y solo fumé un cigarrillo. Se podría decir que eso es bueno o que es un avance. Pero no, así se empieza, diciendo "che, es uno nada más. Y mañana "che, son dos nada más". Pasado "che, son cuatro nada más". La semana que viene "che, son diez". Y la próxima "che, volví a fumar". El proyecto de dejar de fumar se va a la mierda de una manera tan fácil. Es una ironía que mi fuerza de voluntad se llame fuerza, porque es lo que menos tiene.
Quizás no ocurra nada de eso y en pocos días me convierta en un ex fumador que vive feliz y contento respirando aire puro y corriendo sin agitarse Andá a saber que pasa.

No hay comentarios: