Han pasado quince días desde aquella vez que tomé la decisión de dejar de fumar, tiempo suficiente para determinar que el proyecto fue un completo fracaso. Sigo fumando con la misma frecuencia que antes y consumiendo tic tac incontrolablemente, descubriendo que la frescura de un solo tic tac no dura dos horas como decía una publicidad. Pero citando una frase de una película argentina digo "te engaña tu mujer no te va a engañar la publicidad".
Ahora veamos el vaso medio limpio. La cantidad de dinero que gastaba quince días atrás ha bajado considerablemente. Pasé de los $63 a la semana a tan solo $6. ¿Como logré reducir los egresos?, ¿como pude conseguir tal reestructuración económica? Simplemente armando mis propios cigarrillos, pagando solo por la materia prima y no por la mano de obra. Por un lado compro una bolsa con tabaco, por otro lado compro el papel y una simple maquinita fusiona ambos elementos para armar un cigarrillo casero. Es como tener una sucursal de nobleza Picardo en casa.
A parte del ahorro de dinero esta nueva forma de fumar es mucho menos perjudicial para la salud ya que no estoy fumando todos los químicos que habitan en el filtro o en el papel del cigarrillo común. Pero también hay que ver el vaso medio sucio porque darle una pitada a un cigarrillo sin filtro provoca la ingesta involuntaria de algún que otro pedazo de tabaco. Además el viento hace que el tabaco se vuele libremente llevandolo al piso, a la mesa, al escritorio, a la mesada y a cualquier lugar de un departamento tipo, ensuciando el hogar que con tanto amor se limpia.
Señor fumador, arme sus propios cigarrillos y deje de pagarle a las industrias tabacaleras un servicio que realmente no vale lo que cuesta.
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