En el acto de fumar no solo encontramos placer y disfrute
perjudicial para la salud, también existen responsabilidades que ponen orden y
equilibrio a esta sociedad fumadora. Muchos reniegan por esto, hasta afirman no
estar de acuerdo y algunos no cumplen con dichas responsabilidades, pero de
todas formas viven tranquilos, ¿y por qué?
Por aquellos que SI son responsables y que siguen una serie de reglas
manteniendo el equilibrio que desequilibran los hostiles, y haciendo de esta
sociedad el orgullo y la envidia de tantas otras. Pero esto no siempre fue así.
Años atrás, cuando La sociedad fumadora aún se estaba formando,
Vincent Cross (licenciado en tabacología
y sociólogo de dudosa existencia) presintió que el caos se aproximaba, y obviamente no se
equivocó. Fue en 1814 cuando se desató un enfrentamiento, llamado “La Guerra
del tabaco” (aunque muchos afirman que esta guerra jamás existió, y si existió
no fue por el tabaco), entre los
mismísimos fumadores que vagaban en su propia anarquía. Afortunadamente solo
duró quince semanas. Todo se estabilizó el 18 de noviembre del mismo año cuando
apareció el “Reglamento para el buen fumador” o también llamado “Las 8 reglas
de Cross”
A partir de ese día la paz y la armonía reinaron entre los
fumadores, y la fórmula fue muy simple: respetar las 8 reglas de Cross. Pese a
que muchos digan que esta historia es de precaria verosimilitud, que las reglas
no son más que una mentira y que Vincent Cross es un ser inexistente o, si
existió, no tuvo relevancia alguna en el proceso de la humanidad, voy a
transcribir las reglas que en algún momento equilibraron esta sociedad fumadora.
REGLAMENTE PARA EL BUEN FUMADOR
Regla N° 1
Jamás se debe negar
el pedido de un cigarrillo, ya sea a un amigo, a un familiar, a un desconocido
e incluso al enemigo, ni siquiera si este se transformó en tal por no cumplir
esta regla. Si nos queda solo un
cigarrillo en el atado es probable que el que pide diga “No, no, no, te queda
uno solo”, en ese caso debemos dárselo mientras decimos “No importa, igual
ahora tengo que comprar”
Regla N°2
Jamás se debe negar el pedido de una “pitada” (o “calada” como
le dicen en Europa, o “seca” como le dicen en el conurbano bonaerense) Y mucho
menos se debe ofrecer, ante este pedido, un cigarrillo entero. Si lo hacemos
quizás nos creamos generosos, pero en realidad estamos discriminando a la
persona negándole la posibilidad de compartir, ya sea por racismo, homofobia,
xenofobia o miedo al contagio de alguna enfermedad. Recordemos que el
cigarrillo no contagia enfermedades, solo las provoca.
Regla N°3
Si se pide una pitada NO se debe dar solo una pitada, porque
eso significaría que solo fue pedida para molestar. Tampoco se deben dar tres o
más, porque eso significaría la apropiación del cigarrillo. El número correcto
de pitadas es dos.
Regla N°4
En el caso de que dos personas compartan un cigarrillo este
debe ser fumado de forma equitativa por ambas partes, pero la última pitada
debe ser dada por el dueño, o sea quien lo haya comprado. La única excepción a
esta regla es que el dueño entregue el cigarrillo diciendo “Tomá, no quiero
más” y se vaya del lugar. Si dice eso pero se queda significa que lo dijo solo
por falsa cortesía.
Regla N°5
Si estamos fumando y alguien nos pide fuego jamás debemos
darle el encendedor como lo podría hacer cualquier persona no fumadora que
tenga un encendedor encima por extraños pero entendibles motivos. En su lugar
debemos darle nuestro cigarrillo para que encienda el suyo demostrando así que
somos parte de un mismo equipo.
Regla N°6
Jamás se deben fumar cigarrillos ajenos sin el
consentimiento del dueño. Si alguien olvida su atado en tu casa, auto o bolso
este debe ser guardado cuidadosa y respetuosamente hasta que se reencuentre con
su dueño. En el caso de encontrar un atado en la calle, micro u otro lugar
público y no sepas a quien pertenece debes llevártelo y guárdalo de la misma
forma hasta que el destino disponga, porque ese humo pertenece a otro pulmón.
Regla N°7
Está permitido el fumado eventual de habano pero respetando
dos condiciones inquebrantables: 1) Nunca creerse más importante que los demás
por utilizar un cigarro más grande, porque todos sabemos que el habano es como
un cigarrillo de juguete cuyo humo no se traga. 2) Jamás se deben fumar habanos
con sabor a chocolate, vainilla u otro gusto extraño. El tabaco tiene sabor a
tabaco porque es tabaco y no otra cosa. El que quiere fumar chocolate que se
fume un Tofy, y que la justicia diga que hacer con él.
Regla N°8
Está estrictamente prohibido el fumado de cigarrillos
armados artesanalmente. Quien lo hace está atentando contra las industrias
tabacaleras que producen cigarrillos para que los fumadores tengan una vida
placentera y tarde o temprano enfermen generando así fuentes de trabajo en hospitales, enfermerías
y principalmente en el INCUCAI.
Si usted es fumador significa que forma parte de esta
sociedad y por eso debe respetar sus reglas para que todo marche de forma
responsable y segura. Si usted no es
fumador significa que todo lo que leyó no le sirvió para nada, perdió tiempo
valioso que podría haber aprovechado para hacer yoga o comer fruta.
3 comentarios:
Señor Don Jorge Pinarello, me gustaría saber el rol de la Sociedad Pasiva Fumadora en relación a esas reglas.
Saluda atte.
La Guerrera Antinicotina
Señor Jorge, celebro su homenaje a quien ha derivado orden del mismísimo caos. Vincent fue sin duda un hombre sensible a las complicaciones de la interacción social y puso su ciencia al servicio del entendimiento entre fumadores. Por eso creo que las versiones que ponen en duda su aporte no merecen tanto espacio en su blog.
Lo que sí me hubiera gustado encontrar es una mención acerca de los dedos callosos de Mr. Cross, que atestiguaban su pasado portuario y le dificultaban el correcto enrollado. Todo lo que era capaz de armar eran cigarrillos gordos e inaceptablemente feos, de ahí la prohibición tendiente a igualarlo con el resto.
En cuanto a la anónima señorita antinicotina, le pido que lea el post con atención, que en él encontrará una respuesta a su pregunta.
Abrazo,
Colo
Una joya don Jorge
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