miércoles, 13 de octubre de 2010

Gutenberg se revuelca en su tumba

Todo comenzó con los japoneses, personas que lo comienzan todo, en la Edad Media. Ellos inventaron la imprenta con un complicado sistema de tablas de madera, rodillos de tinta, hojas de papel y mucha paciencia.
En el año 105 después del nacimiento de Cristo, el chino Tsài Lun inventa el proceso de fabricación del papel, el cual era mucho mejor que la arcilla, el papiro y el pergamino que utilizaban años antes los romanos. 
Entre los años 1041 y 1048 se inventó, también en China, el primer sistema de imprenta a base de piezas de porcelana. El responsable de esto fue Bì Sheng.
Allá por el año 1440, esta vez en Alemania, Johannes Gutenberg mejora la imprenta modernizándola y dando paso a una forma más sencilla y cómoda de escribir. Obviamente, y como ocurre casi siempre en la historia de la humanidad, fue otro quien se llevó el crédito de este invento, en este caso Peter Schöffer, sobrino del prestamista que financiaba al Johannes. Gutenberg quedó completamente arruinado después de haber impreso casi 150 biblias y Peter hizo dinero vendiéndolas.
Tantísimos años después, en 1808, Pellegrino Turri comienza a desarrollar las primeras máquinas de escribir, pero nadie se acuerda de él porque fueron otros los que la mejoraron, la patentaron y la vendieron hasta que en 1920 se llegó a la máquina de escribir que todos conocemos.
Tiempo después apareció la computadora, el word, la notebook, Internet, el portaminas y cosas así que no nos interesan.

Fue un proceso largo, doloroso y complicado. Lleno de sacrificios, decepciones y estafas. Pero gracias a todo esto podemos disfrutar de libros hermosos como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Todos los fuegos el fuego de Julio Cotázar o Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Pero también debemos soportar libros como Pequeño Portal ilustrado de Raúl Portal, Yo Cumbio de Cumbio, El Intruso de Jorge Rial, El libro de oro de nuestra televisión de Beto Casella, Las máscaras de Argentina por Luis Majul o Pequeña Belén No Ilustrado por Belén Francese.
Teniendo en cuenta estos últimos ejemplos me pregunto... todo ese proceso ¿valió la pena?





1 comentario:

Anónimo dijo...

Ante todo buenas noches. Este tipo de procesos históricos siempre conllevan dudas como las que acaba de expresar el caballero Jorge y de verdad es muy difícil saber a ciencia cierta si inventos y descubrimientos, como en este caso el invento de la imprenta, terminan siendo beneficiosos o perniciosos para lo que llamamos "humanidad" con tanta liviandad.


Lucas Galván
Y lo peor de todo es que seria terriblemente presuntuoso y arrogante tomar una postura al respecto,toda herramienta o instrumento que implica un supuesto avance técnico, científico o cultural suele ser igual de efectivo para cercenar nuestras capacidades reflexivas intelectuales o acotar terriblemente nuestras capacidades espirituales.
En definitiva, la diferencia entre la llave que nos libera y la que nos recluye se encuentra en un solo lugar, pero este lugar no tiene nada que ver con esta herramienta de liberación y encierro.
Por ende, es en la misma pregunta en donde encontramos la respuesta, siendo que esta ultima exhortación a la reflexión acerca, (en este caso), del invento de la imprenta representa en si misma la duda que nos impulsa, la pregunta que nos motiva. el motor que pone en marcha los engranajes de nuestra psiquis.
Lo que puede servir para obturar también puede servir para iluminar.